HISTORIAS DEL CRIMEN DE TIEMPO SAN JUAN ” EL CRIMEN DEL CHILENO”

El asesinato de El Chileno Muñoz, producido por un caucetero, es el capitulo de Historias del Crimen del diario TIEMPO DE SAN JUAN

El que tiró la primera piedra fue “El Chileno” Muñoz Orellano, que molesto por no sé qué cosa, cargó contra Chaves: “Andá, milico alcahuete”. Este otro jornalero respondió con cara sobradora y haciendo gestos como preguntándole qué le pasaba.“El Chileno” la siguió y redobló la apuesta: “Cállate, paco (policía) culiado”, largó, todo provocador. Ahí mismo agarró un palo y se armó la roña con su compañero de trabajo. Otro jornalero intentó parar la pelea, pero no pudo y esa noche fue funesta. Al otro día, uno de los jornaleros apareció muerto debajo de un algarrobo, con la cabeza destrozada a palos.

La trágica historia acaecida la noche del sábado 27 de enero de 1973 en la finca Lloveras, en la localidad veinticinqueña de Punta del Agua, comenzó en la mañana en una reunión habitual de obreros temporarios. Era fin de semana y algunos planeaban volver a sus casas y otros, como Francisco Gabriel “El Chileno” Muñoz Orellano, se quedaban en la finca.La vida del campo no resultaba fácil y la forma de distraerse los fines de semana eran las ranchadas, donde en ocasiones abundaba el vino. Esa mañana, los que estaban allí eran casi una docena de obreros rurales, que poco a poco se fueron marchando, otros no tenían a dónde ir.

“El Chileno” tenía un carácter fuerte y siempre hacía la punta, hasta para organizar esas improvisadas reuniones. Ese mediodía preguntó: “¿Qué hacemos?”. Propuso a los seis compañeros que se quedaban que fueran a comprar una damajuana de 5 litros de vino, mientras él y otros preparaban el almuerzo.

Nicolás Aldeco, Felipe Tello y Manuel Humberto Chaves partieron hacia una finca vecina situada a 3 kilómetros y compraron una damajuana. La rueda comenzó en horas del mediodía con la comida y a las 14.30 de ese sábado ya no tenían vino. A la siesta sortearon quién iba a traer más provisiones y fueron por 10 litros de vino, que no tardaron en evaporar entre los tragos y el agobiante calor de la tarde.


Noche trágica

A la noche, prendieron una fogata para liquidar el poco alcohol que quedaba. Para entonces se encontraban borrachos y los únicos que seguían firmes eran Pedro Ávila, Manuel Chaves, Nicolás Aldeco y Francisco Muñoz Orellano. El resto de los changarines habían partido a Las Casuarinas.

Unos estaban más perdidos que otros en esa pequeña ronda de cuatro borrachos, aunque “El Chileno” tenía la costumbre de exaltarse y desbocarse fácilmente por los malos entendidos. Y algo de eso hubo. Él empezó con los insultos, pero puede que Manuel Chaves lo provocó o hizo un comentario que lo ofendió. Quizás tenían una deuda pendiente de antes.

Titular. El diario Tribuna tituló como otro diario que al obrero lo mataron con hacha. Después se descubrió que la víctima murió a golpes.

Titular. El diario Tribuna tituló como otro diario que al obrero lo mataron con hacha. Después se descubrió que la víctima murió a golpes.

“Andá, milico alcahuete”, lanzó “El Chileno” dirigiéndose a Chaves, que primero se hizo el desentendido y después le reprochó el por qué del insulto. “Cállate, paco culiado”, le replicó el primero, buscando que su compañero reaccionara.

Como el otro no respondió a la afrenta, “El Chileno” se anticipó, tomó el palo con el que atizaba el fuego y le pegó a la altura de un hombro a Chaves, que permanecía sentado. Pedro Ávila se metió en el medio para separarlos y también intervino Nicolás Aldeco, que le propinó una trompada o empujó a Muñoz Orellano y lo tiró al piso. En eso le quitó el trozo de madera.

Ávila no entendió por qué peleaban y se molestó tanto con sus compañeros, que se dio vuelta y caminó a encerrarse a dormir en la carpa que poseían los cosechadores. Pero los problemas continuaron. Ni bien Chaves se puso de pie, tomó ese mismo palo y enceguecido se fue contra “El Chileno”.

De un palazo lo arrojó de nuevo al suelo y lo molió a golpes en todo el cuerpo, en especial en la cabeza. Hasta que en un momento dado “El Chileno” Muñoz Orellano no se movió más.

Aldeco le arrebató el palo a Chaves y lo tranquilizó. Pasado unos minutos y viendo que su otro compañero no respondía, le propuso que dejaran todo como estaba y se fueran a Caucete. Así fue que los dos jornaleros salieron a pie a la ruta para encarar rumbo al departamento vecino.

A los kilómetros, Chaves le dijo a Aldeco que necesitaba saber cómo se encontraba Muñoz Orellano y emprendió en dirección a la finca. Al parecer, en el camino se le pasó la borrachera, meditó sobre lo sucedido y supuso que se le venían serios problemas. Incluso pensó que “El Chileno” podía estar muerto, de modo que cambió de planes y tomó a campo traviesa hacia Caucete.


Sin escapatoria

Aldeco y Chaves caminaron toda la noche, cada uno por su lado, y al otro día llegaron a sus respectivos domicilios. Con la salida del sol, Pedro Ávila se despertó y con la resaca encima salió de la carpa para despabilarse y buscar a los otros cosechadores. No vio a nadie, más que a “El Chileno” que se encontraba tendido debajo de un algarrobo con la cabeza ensangrentada. Su rostro tenía un color grisáceo y su cuerpo estaba duro.

Tremendo. Diario Tribuna publicó una foto del cadáver en la sala de la morgue judicial.

Tremendo. Diario Tribuna publicó una foto del cadáver en la sala de la morgue judicial.

Ávila se dio cuenta que Francisco Gabriel Muñoz Orellano estaba muerto. No tenía a quién pedir ayuda, estaba solo. No le quedó otra que ir a Villa Santa Rosa para avisar a la Policía sobre lo ocurrido.

La tarde del domingo 28 de enero de 1973, una comisión policial llegó a la finca de Punta del Agua y constató la existencia de un cadáver. Las heridas en el rostro y la cabeza daban cuenta que Francisco Gabriel Muñoz Orellano, de 50 años, había sido asesinado a golpes. Al comienzo se sospechó que el hombre fue atacado con un hacha, pero encontraron un palo con manchas de sangre cerca del algarrobo.

El principal testigo fue Pedro Ávila, quien contó que ese sábado bebieron desde el mediodía hasta la noche, que se emborracharon y que aproximadamente a las 21.30 se desató una pelea entre “El Chileno” y Chaves. Relató que él mismo los separó, que luego se marchó a la carpa a dormir y no vio qué sucedió posteriormente. Agregó que allí también estaban Aldeco y Chaves junto a la víctima.


Un único responsable

A partir de esa declaración, los investigadores policiales salieron a la caza de los dos obreros rurales. Aldeco fue detenido en su casa en Caucete. A Chaves lo encontraron en la vivienda de un pariente en Rawson.

En principio, los dos quedaron acusados del asesinato, pero la investigación judicial reveló que el único que agredió y dio muerte a Muñoz Orellano fue Manuel Humberto Chaves, de 33 años.

Nicolás Antonio Aldeco, el más joven, declaró que todos estaban muy ebrios, que Muñoz Orellano originó la pelea, que luego atacó a Chaves con el palo y que éste respondió con más violencia. Aclaró que él sólo le pegó o empujó a “El Chileno” al inicio, pero para separarlos.

El homicida. Este era Manuel Chaves, el asesino de

El homicida. Este era Manuel Chaves, el asesino de “El Chileno”.

En noviembre de 1973, Manuel Humberto Chaves fue juzgado por el delito de homicidio simple. El fiscal pidió una condena de 8 años de cárcel, pero la acusación bajo esa calificación no prosperó. El juez del caso concluyó que quien originó el incidente y comenzó con la agresión fue la propia víctima. Por el contrario, sostuvo que el acusado intentó defenderse, aunque lo hizo de una manera desproporcionada.

Con ese argumento encontró culpable a Chaves por la muerte de Francisco Gabriel Muñoz Orellano, pero ajustó la calificación legal y lo sentenció a la pena de 2 años de prisión por el delito de homicidio cometido con exceso en la legítima defensa.

TIEMPO DE SAN JUAN

FUENTE: Sentencia Judicial del Tercer Juzgado Penal, artículos periodísticos de Tribuna y Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin Rawson.

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